martes, 15 de septiembre de 2009

HOMBRE PRIMITIVO











Hombre y sociedad


La duración de este período hace que se deba dividir en diferentes etapas culturales, es decir, nos obliga a periodizarlo. Sin embargo, no existe una sola forma para periodizar el estudio de la Prehistoria.La primera de estas periodizaciones fue hecha por el danés Thomsen en las primeras décadas del siglo XIX. Según esta periodización las sociedades humanas pasaron por 3 edades: la Edad de Piedra, la del Bronce y la del Hierro. Según Thomsen, estas edades se dividen en épocas y estas en estadios culturales diferenciados según sus vestigios materiales. El nombre de cada estadio se deriva del sitio donde por primera vez fueron descubiertos objetos dejados por los primeros pobladores de la Tierra.La periodización de Thomsen presenta muchas ventajas ya que expone con mucha claridad las diferentes etapas evolutivas de las sociedades primitivas. Sin embargo, esta forma de dividir la Prehistoria ha sido criticada porque reduce el pasado prehistórico al material con que fueron elaborados los objetos y descuida el aspecto correspondiente a la forma como los grupos humanos primitivos se organizaron en sociedad.El norteamericano Lewis Morgan presentó otra forma de periodizar el estudio de la Prehistoria, a finales del siglo XIX. En su libro La sociedad primitiva, Morgan hace énfasis en el carácter general de la cultura material de cada período y divide la historia primitiva en dos grandes épocas: el salvajismo y la barbarie. La época del salvajismo terminó con la aparición del arco, la flecha y la cerámica. La época de barbarie se caracterizó por la domesticación de animales y la aparición de la agricultura. En 1884 apareció la obra de Federico Engels, titulada El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, en la cual utilizó la periodización de Morgan, aunque la criticó y le introdujo algunas modificaciones.En la actualidad muchos arqueólogos, prehistoriadores y paleontólogos están de acuerdo con una periodización que distingue dos grandes épocas en la evolución de las sociedades primitivas: la época de la horda primitiva, en la cual se efectuó el proceso de hominización y la época del régimen de clanes, en los cuales, en un primer momento, existió igualdad entre ambos sexos y posteriormente predominó el matriarcado, o sea, el prestigio y poder de las mujeres. Finalmente, con el aumento de la producción y el perfeccionamiento de las herramientas (se inició el cultivo de la tierra por medio del arado y el uso de los metales) aparecieron las primeras formas de propiedad privada y explotación de mano de obra (algunas personas trabajaban para otras dentro de la comunidad). El régimen de clanes patriarcales que, a su vez, dieron origen a la formación del estado. Actualmente, la Iglesia católica acepta el evolucionismo. El paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin, en sus obras El fenómeno humano, El grupo zoológico humano y La activación de la energía, apoya esta tesis, probando que la fe no se opone al evolucionismo.Las siguientes, son las principales etapas por las cuales pasó la sociedad primitiva:




El Paleolítico: época de las hordas primitivas de cazadores recolectores Es el período más remoto, extenso y menos conocido de la historia de la humanidad. Se inició con la aparición de los primeros homínidos (Australopithecus) a finales del Terciario, y terminó hace más o menos 12.000 años al desaparecer la última glaciación.Los hombres del Paleolítico emplearon especialmente instrumentos líticos, es decir, útiles de piedra. Estos útiles no fueron pulidos sino tallados a golpes y la piedra más utilizada fue el sílex. También es posible que trabajaran la madera, pero los objetos elaborados en este material han sido destruidos por el agua, el hielo y el paso del tiempo. Durante el Paleolítico no se utilizaron los metales.Esta época se divide en tres subperíodos: Inferior, Medio y Superior.

El Paleolítico Inferior: durante esta época vivieron los últimos Australopithecus, Pitecanthropus y primeros Neandertales. A diferencia de los miembros de las hordas de Australopithecus que se limitaban a manipular objetos como piedras, huesos y palos, los Pitecanthropus y Neandertales ya elaboraban útiles rudimentarios. El Paleolítico Inferior se inició hace aproximadamente un millón de años y se prolongó desde finales de la glaciación Günz hasta la retirada del glacial Riss hace unos 100.000 años. A finales del Terciario y comienzos del Cuaternario, cuando se constituyó la sociedad humana, el clima del planeta era mucho más suave. El continente europeo se encontraba cubierto de bosques subtropicales y abundaba una fauna muy diferente de la actual. Poco a poco, el clima se hizo más frío y las glaciaciones invadieron algunas zonas de Europa y América del Norte. También descendieron los hielos de las grandes cordilleras como el Himalaya y los Alpes y la vegetación de bosques fue remplazada por un paisaje de clima frío.El frío de las glaciaciones hizo que la vida de estos primeros seres humanos fuera muy difícil. Los hombres del Paleolítico Inferior vivían en hordas y todavía conservaban mucha agresividad zoológica. Continuamente se trasladaban de un sitio a otro persiguiendo manadas de mamíferos para cazar, o en búsqueda de frutos silvestres. No existen huellas que indiquen que habitaran en el interior de las cavernas pero sí se han encontrado vestigios de campamentos ocasionales al aire libre, a orillas de los ríos y lagos. Posiblemente utilizaron pieles de animales para elaborar toldos que sirvieran como refugio. Sus herramientas fueron rudimentarias, generalmente palos y fragmentos de piedra con bordes cortantes aunque también comenzaron a elaborar hachas de mano de sílex. También elaboraron raspadores, punzones y cuchillos de hueso y piedra.Con base en los objetos del Paleolítico Inferior que fueron estudiados primeramente en Francia, los arqueólogos han establecido los siguientes estadios culturales de este período:- Prechelense: caracterizado por hachas de mano talladas por una sola cara. - Chelense: caracterizado por hachas en forma de almendra, mejor talladas que las anteriores.- Acheulense: caracterizado por hachas más evolucionadas y ligeras. También por la aparición de las primeras puntas de proyectil. Objetos de este tipo abundan también en Asia y África. Las culturas Clactoniense y Tayaciense, también en Francia, fueron contemporáneas de las Chelense y Prechelense, respectivamente.



El Paleolítico Medio: Se inició al finalizar el glaciar Riss, hace aproximadamente 100.000 años y terminó hace unos 40.000 años, en pleno avance del glaciar Würm. En consecuencia, tuvo una etapa de clima suave y otra de frío intenso en Europa y Asia. El hombre de Neandertal fue el principal tipo humano de este subperíodo. La caza y la recolección, seguramente mejor organizadas, fueron las actividades más importantes de estos grupos humanos. Debido a que eran omnívoros (comían toda clase de alimentos), estos hombres pudieron adaptarse a diferentes condiciones ambientales. La razón por la cual pudieron sobrevivir a pesar de los cambios climáticos y las difíciles condiciones de la naturaleza, fue su habilidad para fabricar herramientas y el hecho de que actuaban colectivamente.Estas agrupaciones de hombres durante el Paleolítico Inferior y Medio reciben el nombre de hordas primitivas. El tamaño de estas hordas era reducido y según parece, fueron bastante inestables puesto que sus miembros pasaban de una a otra horda con mucha facilidad. Cada horda tenía un líder o conductor que podía ser hombre o mujer. Predominaban la promiscuidad sexual y el canibalismo.El material arqueológico encontrado está caracterizado por lascas, que eran obtenidas de núcleos de piedra trabajados mediante el sistema de percusión. De acuerdo con los restos encontrados pueden distinguirse dos culturas:- Levalloisiense: caracterizada por lascas grandes de forma triangular.- Musteriense: caracterizada por puntas triangulares, raspadores y buriles en forma de cincel que servían para perforar. Se perfeccionó la técnica para elaborar hachas de mano; las puntas encontradas son pesadas y de su tamaño se puede deducir que fueron enmangadas en forma de lanza.

El Paleolítico Superior: Tuvo una duración menor que los dos períodos anteriores (40.000 a 12.000 años a. de C.). Se extendió desde el segundo avance del glaciar Würm, hasta la retirada del mismo y por tanto predominó el clima frío, suavizado durante los interglaciales. La paulatina desaparición de los hielos hizo que el clima de Europa y Siberia Meridional se hiciera templado y ocasionó la extinción de los grandes mamíferos lanudos. Los renos y caballos se desarrollaron a lo largo del litoral Mediterráneo y especialmente la región del Cáucaso. Durante el Paleolítico Superior se registraron grandes avances, tanto en la perfección biológica del hombre, como en el desarrollo de la producción y la organización social. Los primeros Homo sapiens, tales como los hombres del Cro-Magnon, Grimaldi y Chancellade fueron los tipos humanos predominantes en este período.Los hombres del Paleolítico Superior abandonaron las cavernas y construyeron viviendas artificiales. Además, constituyeron una nueva forma de organización social que ha sido denominada clan primitivo. Los restos arqueológicos de este período en Europa demuestran un gran avance en la elaboración de herramientas, especialmente de sílex. Otra característica de esta época fue el desarrollo del trabajo en hueso y cuerno para la fabricación de arpones y punzones.También aparecieron las primeras manifestaciones artísticas. Los objetos encontrados indican la existencia de las siguientes culturas en el Paleolítico Superior:- Gravettiense y Auriñaciense: caracterizadas por útiles de piedra retocados y aparición de figurillas artísticas. - Solutrense: caracterizada por instrumentos de piedra con forma de hojas de laurel y de sauce y por los bastones de mando.- Magdaleniense: caracterizada por el predominio del trabajo en hueso. Según parece, los hombres del paleolítico superior domesticaron perros.



Historia del hombre primitivo
Según explicaciones científicas, nuestro sistema solar se formó hace unos 4.600 millones de años. En la Tierra, uno de sus planetas, la vida surgió 1.500 millones de años después; o sea, hace más de 3.000 millones de años.
Contrastada con esas enormes cifras, la aparición del hombre es relativamente reciente, ya que data de apenas unos tres millones o cuatro millones de años. Entre tantos miles de millones de años, podríamos decir que el hombre es una especie nueva en el planeta, siendo, hasta hoy, el último eslabón de una cadena viviente iniciada hace más de 3.000 millones de años.
La aparición del hombre sobre la Tierra es el primer paso para el nacimiento del pensamiento y un avance decisivo hacia la reflexión. Por primera vez en la historia de la vida, un ser, no sólo conocerá, sino que se conocerá.
Los hielos del último avance glacial comenzaron a retroceder y los períodos de frío fueron reemplazados por intensas lluvias que hicieron subir el nivel del mar. Poco a poco, el paisaje y el clima del planeta comenzaron a tomar lentamente una nueva fisonomía. Todas estas transformaciones climáticas determinaron una gran variación en la flora y la fauna terrestres.
Huesos humanos y objetos fabricados encontrados en capas profundas de terreno cubiertas por otras que jamás habían sido removidas desde su formación, han permitido a la geología —ciencia que estudia la corteza terrestre— establecer que el hombre existe, más concretamente, sobre la Tierra, desde el principio de la época cuaternaria y tal vez desde fines o mediados de la época terciaria (Ver, Épocas geológicas de la Tierra).

Homínido
¿Cuándo, dónde y cómo se franquea el umbral de la hominización? A pesar de los sensacionales descubrimientos hechos, la Paleontología aún no ha dado una respuesta definitiva. De lo que nadie duda es que desde el punto de vista orgánico el fenómeno se reduce al perfeccionamiento del cerebro. (Ver, Origen del hombre).
Si la estructura anatómica del hombre es resultado de una larga evolución, el despertar de su inteligencia ha sido, por el contrario, bastante brusco. Todo hace suponer que el umbral que daría paso al pensamiento fue franqueado de una sola vez. Y, a partir de este momento, la vida de la especie humana quedó trazada. Lo estaba, no sólo por el dinamismo del poder de la reflexión, sino también porque, contrariamente a los animales vinculados al medio ambiente, el hombre no puede sobrevivir si no transforma cuanto le rodea y lo adapta a su medida.
Los restos que se han encontrado en las capas de terreno o en el suelo de antiguas cavernas son, en su mayor parte, armas sencillas de piedra o de metal, utensilios de alfarería; esto es, ollas y vasos de greda, y otros objetos semejantes. El estudio comparativo de ellos ha permitido establecer una gradación de los progresos alcanzados por el hombre en esas oscuras épocas de su desarrollo.
La familia de los hombres comenzó a formarse probablemente cuando un grupo de primates superiores comenzó a bajar de los árboles al suelo. A partir de ahí resulta bastante fácil, con un ligero esfuerzo de imaginación, llegar a concebir lo que sería la vida de los primeros seres humanos sobre la Tierra.
La selva había comenzado a reducirse y debían buscar alimento en el suelo, a campo abierto, para sobrevivir. Esos primeros alimentos para cumplir el más elemental instinto de conservación fueron hierbas, frutos silvestres y raíces.
Al comienzo, tal vez, caminaron apoyándose sobre los nudillos de sus manos, pero poco a poco se irguieron y así sus manos empezaron a quedar libres, pudiendo empuñar piedras y palos para matar pequeños animales o para defenderse de los grandes, para despedazar la carroña, para partir los huesos o comer la médula, para sacar a los animales de sus escondrijos, para abrir los frutos de cáscara dura.
Durante su primera época en la Tierra, el hombre, al igual que los demás animales, debió enfrentarse a los caprichos de la naturaleza, pero, al dominar las fuerzas de ella, se fue convirtiendo en soberano indiscutible de su ambiente. El hombre se propagó por toda la superficie del planeta, conquistando las sierras y las llanuras, los desiertos y las selvas.
La primera vivienda, mejor se diría el primer refugio, debió ser un árbol bajo el cual se cobijara el hombre, o bien entre sus ramas, ante el temor de que su sueño fuera turbado por alguna fiera.
Más tarde, pernoctó al abrigo de las peñas o en cuevas más o menos profundas. La primera arma fue acaso una rama desgajada de un árbol. Luego, al necesitar el hombre de su prójimo, de su semejante, de quien, quiérase o no, era su “otro yo”, trató de comunicarse, de hablar, más que por signos, por onomatopeyas.
Por último, tal vez al ver flotar sobre las aguas o rodar los troncos de los árboles por los declives montañosos, surgieron en la mente virgen de los primeros seres humanos las primitivas y rudimentarias nociones del transporte y de la locomoción, que culminaron muchísimos siglos más tarde en la invención de la rueda, uno de los descubrimientos más sensacionales de todos los tiempos.
El uso de herramientas estimuló el desarrollo del cerebro, y el desarrollo de éste reforzó a su vez todo lo demás; le permitió al hombre una mayor coordinación de sus movimientos al caminar erguido; también le hizo darse cuenta del valor de las armas y herramientas, comenzando a guardarlas una vez usadas, por si le servían para futuras ocasiones; luego comenzó incluso a fabricarlas e inició a sus hijos en la fabricación y su uso. Así empezó la cultura ya que a pesar de que los creadores fueron muy primitivos, eran ya hombres. Comienza por tallar la piedra y hacer fuego.
La conquista del fuego es una de las más notables victorias humanas sobre la Naturaleza circundante. Fue adorado como un dios y forma parte integrante de todas las mitologías.
En la época de las tribus nómadas, cuando la humanidad se hallaba en estado de perpetua inestabilidad familiar y social, el fuego era un centro de reunión y concentración humana: un verdadero tesoro conservado con el mayor de los cuidados.
Cada familia se reunía en tomo a una hoguera durante las largas noches invernales. Como los medios para proporcionarse fuego eran limitadísimos, se hacía necesario e imprescindible mantener siempre encendidas, tanto de día como de noche, algunas brasas de leña y renovarlas constantemente. El fuego se comunicaba así con cierta solemnidad de unos a otros hogares. Cuando la familia, la horda, se ponían en marcha, cada uno de los clanes llevaba “SU fuego”, aquellas brasas preciosas, a menudo rodeadas y protegidas por centinelas, ya que podían ser robadas o apagarse de un momento a otro. Y cuando a una tribu se le apagaba la lumbre, la miseria, las enfermedades acababan con ella muy en breve.
El hombre se había percatado del temor instintivo de las fieras a las hogueras; observó también que el fuego contribuía a la mejora de su alimentación y al perfeccionamiento de su industria; no tardó en darse cuenta de su inmenso poder destructivo. Su primera obtención debió ser laboriosa, muy fatigosa y erizada de dificultades.
El bello mito griego de Prometeo hubo de tener un precedente no menos heroico en aquellos pobres y tenaces seres primitivos que pasaban largas horas frotando pedazos de madera seca y, ciertamente, el nombre de premaetha significa frotación de leños, uno contra otro. Resulta curiosa esta semejanza del vocablo con el nombre del héroe heleno que sustrajo el fuego de las divinidades para entregarlo a los hombres y que, como todos los bienhechores del género humano, padeció terribles sufrimientos.
Las pruebas más antiguas de estas primeras manifestaciones de la especie humana datan de comienzos del período pleistoceno, hace aproximadamente unos setecientos mil años.
En su lucha por la vida, el hombre había ya logrado ventajas sobre los otros animales, ya que había aprendido a usar el fuego, a utilizar los diferentes utensilios y a abrigarse con piedras que le procuraban calor, sin embargo, gracias a su inteligencia cada vez más desarrollada, el hombre aprendió, poco a poco, a aprovechar de modo más racional la naturaleza.
Empezó a cultivar plantas y a criar ganado, con lo que le cambió totalmente la vida. Se hizo sedentario, construyendo albergues para él y para sus animales. Las nuevas construcciones se reunieron formando aldeas. El hombre empezaba una nueva época, la agraria. De esta forma, surgieron las ciudades, que eran centro de comercio, artesanía y administración.
La flexibilidad de la inteligencia humana obliga a reaccionar ante cada presión exterior, obedeciéndola u oponiéndose a ella. Así, en las culturas primitivas, la fuerza de la Naturaleza ejerce una influencia poco menos que decisiva. Y gracias a esa adaptación a las fuerzas naturales, el hombre llega a un mayor y mejor conocimiento de las mismas y a la adopción, lenta pero constante, de formas de vida más progresivas.
Este hombre, que pensaba y podía mejorar su entorno, fue el llamado “homo sapiens” (hombre pensante o que sabe), y que ha continuado su desarrollo hasta nuestros días, cuando nosotros, tú y yo, somos representantes de este Homo Sapiens.




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